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Último Refugio
del Lince Ibérico
Andújar,
territorio lince
Centro histórico declarado
de interés cultural
Oficios y tradiciones
Las gentes del Parque Natural Sierra de Andújar
Oficios de la montaña
Los trabajos desarrollados en la Sierra de Andújar son fruto de las necesidades de sus habitantes. La mayor parte de los conocimientos en el uso de los recursos de la Sierra se aprendían de padres o vecinos, y se han transmitido a lo largo de las distintas generaciones. Muchos subsisten hoy en día en la economía del Parque.
La caza El principal aprovechamiento actual de la Sierra de Andújar.
La ganadería El Parque acoje varias ganaderías de Toros de Lidia de primer nivel nacional.
La apicultura La industria de la cera y la miel está implantada en Andújar desde el siglo XV.
El carboneo En el siglo XIX, en Andújar vivían de la corta y acarreo de leña más de trescientas familias.
La agricultura En en Parque la agricultura siempre ha sido minoritaria y para uso familiar.
La vid Las residencias de campo de la zona siguen llamando "viñas".
El corcho Aunque su explotación ha decaido mucho actualmente hay 9 fincas dedicadas al corcho.
La recolección y uso de plantas aromáticas La más recogida y usada es el romero.
La industria piñorena Los restos de las piñas también se venden para obtener biomasa.
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Parque Natural
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La caza
La caza fue durante muchos siglos una de las principales actividades en la sociedad, pues era la fuente principal de alimento, pero con el paso del tiempo y la evolución de la ganadería pasó a convertirse en una actividad económica y deportiva.
En la Sierra se dan dos tipos de caza, la caza mayor y la caza menor. La caza mayor está dedicada en la actualidad al ciervo, el gamo, el muflón y el jabalí, aunque también en otros tiempos se cazó lince, lobo y oso, este último ahora extinto en la Sierra. La caza menor está dedicada a la caza de piezas de pequeño tamaño como perdices, conejos, paloma torcaz, codorniz, tórtola etc.
Ya en las primeras décadas del siglo XVIII, la caza empezaba a practicarse por los terratenientes y nobles que poseían grandes latifundios y dehesas. Así se fue dando paso a la conversión de la caza hacia una actividad lúdica que actualmente es el principal aprovechamiento de la Sierra de Andújar.
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La ganadería
Las condiciones físicas de la Sierra explican el limitado aprovechamiento agrícola y su tradicional vocación ganadera. El ganado presente es mayoritariamente ovino, caprino y vacuno, si bien, las razas han variado a lo largo de la historia según las necesidades de los ganaderos y de la rentabilidad de la venta final. Entre las razas que se dan actualmente en la Sierra destacan las ovejas merinas y segureñas, las cabras castizas y los toros de lidia.
El toro de lidia está muy implantado en el Parque, donde se calcula que existen en torno a unos 400 ejemplares. El entorno natural ha favorecido esta circunstancia. Las ganaderías más renombradas en el Parque Natural Sierra de Andújar son Flores Albarrán (de las más antiguas), Sorando, Hermanos Ortega, Araúz de Robles, Germán Gervás, Hijos de Valenzuela (que han renovado el encaste). Hace tres años, Samuel Flores se llevó su ganadería a Albacete (con el nombre de la madre, Agustina López Flores, y que estaba la finca de Los Alarcones). En su momento se extinguió la de Marqués del Puente.
Estas ganaderías están sirviendo de reclamo turístico porque se han incluido en la Guía del Toro y, además, los visitantes de otras zonas que vienen a conocer los encantos del parque natural Sierra de Andújar, se quedan maravillados con la existencia de estas ganaderías de toros bravos, que después se lidian en las plazas más importantes de España.
Galería Ganadería
Ganadería
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La apicultura
A lo largo del siglo XV, en la Sierra de Andújar se fueron implantando colmenas cuya producción se destinaba a la venta y transformación en Andújar, que llegó a ser uno de los principales centros de producción de cera y miel de Andalucía, y posiblemente, de toda la Península Ibérica.
Entre los siglos XVII y XVIII la actividad apícola redujo considerablemente su producción, debido a un espectacular aumento de utilización ganadera del monte. El descenso supuso que de las 40.000 colmenas que llegó a haber en el siglo XVII en el término de Andújar, sólo quedaran 8.159 a mediados del siglo XVIII. A mediados del s. XX, el desarrollo apícola de la Sierra era similar al que encontramos hoy en día.
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El carboneo
La utilización de la madera de la Sierra fue durante siglos uno de los principales recursos para sus habitantes, siendo el segundo en importancia tras la ganadería. La madera se usaba para la obtención de leña y carbón vegetal que se destinaba a los hogares domésticos y a los hornos, especialmente a hornos panaderos, también llamados de pan cocer, y hornos de alfarerías, caleras y tejares. También se usaba para la fabricación de aperos agrícolas, enseres domésticos y para la propia construcción de las chozas o casas.
El desmonte de la vegetación arbórea servía no sólo para la utilización de la madera sino también para preparar el terreno para su posterior uso agrícola. A mediados del siglo XIX, en Andújar vivían de la corta y acarreo de leña más de trescientas familias. El desmonte se llevaba a cabo por toda la familia. Los carboneros se instalaban temporalmente en las fincas, para lo que construían “chozas” o casas y reservaban espacio para poder tener animales o un pequeño huerto. Junto a las chozas se instalaba el horno para hacer carbón.
La preparación de la leña para los hornos era compleja, había que sacar las cepas de la tierra, cortar los troncos y ramas gruesas y transportarlo y almacenarlo hasta su utilización. El horno se construía con piedras y ramas, con una capacidad de entre 100 y 200 arrobas. Cuando el carbón estaba frío, se apilaba y se metía en seras para su traslado. El trabajo de vigilancia del horno requería de la presencia permanente de los carboneros. Este proceso se hacía en otoño e invierno porque la ley prohibía hacerlo en otra época del año. La obtención de picón era más rápida que la de carbón, pero también había que construir un horno.
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La agricultura
El desmonte del terreno para la obtención de carbón dejaba la Sierra libre para su uso agrícola. Lo que más se cultivaba era trigo, cebada, avena, centeno y garbanzos. También se cultivaban chícharos, lentejas y cañamones. El cultivo era para el consumo familiar, para la venta o la alimentación de los animales.
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La vid
El cultivo de vid surgió en la Sierra de Andújar como sustituto del trigo, dando lugar a un vino de consumo de gran aceptación entre la gente local.
El incremento de las vides se produjo en torno al siglo XVI y en el siglo XVIII la mayor extensión de viñedos de la provincia de Jaén, unas 4.643 hectáreas, estaban situados en la Sierra de Andújar, pero, la producción de vino en esta zona nunca reportó grandes beneficios económicos.
Este cultivo se produjo en varias de las fincas de la Sierra conocidas hoy día como Las Viñas de Peñallana o, simplemente, Las Viñas, en la carretera de Andújar a Puertollano (Ciudad Real). En estas fincas las casas se construían próximas a las zonas de cultivo y contaban con lagar y bodega. Aún hoy, alguna mantiene estas construcciones. A estas casas se les denomina “viñas” y sus habitantes son los “viñeros”.
La principal razón por la que se redujo el cultivo de vides en la Sierra fue el ataque de filoxera, pero también por el abandono de la Sierra y la conversión de la zona de las Viñas en área de segundas residencias.
Hoy en día, hay muy pocas viñas que mantengan el cultivo con las bodegas y lagares. La única empresa que se dedica a la producción de vino local es la de José Luís Navarro, que produce vino registrado como “Viñas Tintas Capellanías".
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El corcho
El alcornoque forma parte del ecosistema natural de la Sierra y ha sido utilizado por los diferentes pobladores de la zona a lo largo de los siglos proporcionando otro recurso importante: el corcho.
Para su extracción se requiere de un tiempo de recuperación del árbol, en torno a ocho o diez años, de modo que los serreños y viñeros debían tener en cuenta el estado de cada árbol o cada parcela para su óptimo aprovechamiento. El corcho antiguamente era utilizado para la fabricación de colmenas, pero también para la venta. La extracción era un trabajo manual que requería de cierta pericia para evitar dañar al árbol.
En el siglo XX esta actividad ocupaba a bastantes personas, pero como otros muchos oficios de la Sierra, fue decayendo con el paso del tiempo, entre otras causas por el descenso del número de alcornoques. Actualmente solo hay nueve fincas en la Sierra de Andújar que sacan corcho.
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La recolección y uso de plantas aromáticas
El monte mediterráneo se caracteriza por presentar en su sotobosque multitud de plantas aromáticas que a lo largo de la historia se han utilizado como condimentos culinarios y remedios medicinales, entre otras aplicaciones. De entre todas las especies que crecen en la Sierra la más recogida era el romero, pero también el cantueso, la mejorana, el tomillo, la ruda, la jara pringosa, la menta poleo y la manzanilla.
La recogida de estas plantas requería conocer el monte y las zonas donde crecían, así como el mejor momento para su recolección. En función del destino final se procedía a su secado o a su filtrado para la extracción de aceites.
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La industria piñonera
La modificación del paisaje derivada de las reforestaciones, hizo posible la aparición de un nuevo recurso para la población de la Sierra, el comercio de piñones. La gran superficie reforestada con pino piñonero, aproximadamente 12.000 hectáreas, suponía una gran materia prima para la obtención de piñones. La recogida de la piña era un proceso fundamentalmente manual, especialmente en sus inicios, allá por los años 60, que requería no sólo esfuerzo físico sino también cierta destreza.
Pero no sólo se obtenía beneficio de la venta del piñón, sino que los restos de las piñas, una vez extraído el piñón, se usaban como combustible en los hornos de cerámica de Bailén. Actualmente, los restos de las piñas también se venden para obtener biomasa.
Tradiciones y productos
De la Sierra de Andújar se aprovechaba su pasto para el ganado, sus rocas, madera, corcho, la miel de sus abejas, las plantas aromáticas, setas y piñones. En cambio, a día de hoy, la utilización que se hace de ella es fundamentalmente turística y cinegética, habiéndose perdido la mayor parte de los usos tradicionales. Algunos de los oficios ya han desaparecido, como los piconeros, carboneros y mineros; y otros están en vías de desaparecer, como picapedreros y recogedores de piñas.
La Sierra era el único medio de vida de sus habitantes, utilizada como casa, despensa y lugar de trabajo. Según los principales oficios de los habitantes de la Sierra, podemos deducir la forma de vida en este entorno. Empecemos por la alimentación de las familias.
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Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
El pan de la casa
La fabricación del pan para el consumo de la familia era una de las tareas que las mujeres realizaban, pero su obtención no resultaba fácil. La mayor parte de las familias tenían un horno de pan anexo a la vivienda, lo que da muestra de la importancia que este alimento tenía. Ante las dificultades para obtener harina, muchas familias optaban por moler el trigo en la propia casa o en alguna otra finca de la Sierra.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
El queso
La mayor parte de las familias tenían ovejas o cabras cuya leche era un complemento fundamental en la alimentación. Con la leche sobrante se elaboraba también queso para consumo propio o, en algunos casos, como producto para el intercambio o la venta.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
La matanza
Una parte muy importante de la alimentación de las familias eran los productos obtenidos de la matanza, normalmente de cerdos que eran criados en la casa. La mayoría de las familias contaban con uno o varios cerdos criados expresamente para ese fin.
La alimentación de los cerdos podía variar en función de la temporada, llegando a usar bellotas de las encinas y diversas plantas que se recogían en el monte. En ocasiones las familias aprovechaban la fauna silvestre de la Sierra para hacer la matanza, principalmente los ciervos.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
La huerta
Al igual que la matanza, el trabajo en la huerta era habitual en las familias de la Sierra. La mayor parte de ellas poseían un terreno destinado a huerta, de la que obtenían una buena parte de los productos para la alimentación. Este trabajo normalmente estaba destinado a las mujeres de la familia. En el huerto se sembraban melones, tomates, cebollas, ajos, pepinos, pimientos, lechugas, calabacines, sandías... Los huertos se solían situar próximos a fuentes de agua, bien manantiales o ríos. De esta manera se aseguraban de riego para todo el año.
Es de destacar lo común que era el cultivo de tabaco en la Sierra, pues la mayor parte de las familias reservaban un hueco en la huerta para su cultivo, bien para el consumo propio, o, en algunos casos, para el comercio o intercambio de productos.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
Las plantas silvestres en la alimentación
Las familias también, aprovechaban gran parte de la fauna y flora silvestre que se da en la Sierra. Entre las plantas más utilizadas destacan las que se empleaban para los cocidos o guisos, como la fiera o berro, la verdolaga o espinaca silvestre, las vinagreras, la colleja, el ajo puerro o ajo porro, el cardo lechal o cardo mariano o el espárrago triguero. Además de éstas, se recolectaban también: plantas usadas para condimentar, como el romero, el orégano, frutos como los madroños, las aceitunas, los escaramujos o tapaculos; y las bellotas de las encinas, muy usadas para hacer harina.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
El aprovechamiento de setas
Asociado a las plantaciones de pino se produjo el desarrollo en su sotobosque de diversas especies de setas, que servían como complemento alimenticio para las familias.
Su recogida nunca fue muy abundante, especialmente por el temor que existía al envenenamiento, por lo que su consumo se reducía a una serie de especies conocidas. En especial el níscalo cuyo uso para la alimentación se extendió rápidamente entre la gente de la Sierra y que se llega a considerar como “exquisito manjar” en la población de Andújar. También se consume el boletus, llamado faisán, que crece al lado de la jara o el pino; la criadilla o patata de tierra, cagarria, bonete, perigallo, pie azul y champiñón silvestre.
Tradiciones y productos. La alimentación de las familias
La caza como recurso alimenticio
Otro de los recursos más aprovechados para la alimentación de las familias era la caza de animales silvestres, como el conejo, la liebre, el jabalí, la perdiz o el ciervo. Las poblaciones de conejo eran muy abundantes a principios del siglo XX, pero a partir de la segunda mitad del siglo sufrieron una importante disminución debido a la introducción de enfermedades. El conejo era un producto codiciado por los habitantes de Andújar, pues con él se realizaba una apreciada receta local, el conejo en guilindorro.
Otras especies utilizadas para completar la dieta eran pequeñas aves como zorzales, mirlos, pechuguitas (petirrojos), mojinos (rabilargos), etc.; cazados fundamentalmente con costillas. Algunas familias que vivían cerca de un río o de lagunas podían alimentarse también de pescado.
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La medicina popular
A principios del siglo pasado no existía el desarrollo médico y farmacéutico actual, por lo que la mayor parte de las familias recurrían a remedios caseros, cuyo conocimiento se transmitía de generación en generación. Los remedios se utilizaban para la cura de enfermedades o dolencias tanto de las personas como de su ganado.
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Otros usos de las plantas
Las plantas silvestres no sólo se usaban para la alimentación o la elaboración de remedios, si no que tenían otros usos interesantes, como la elaboración de herramientas con la madera o su utilización para el curtido de pieles.
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Otras historias de la vida en la Sierra
La vida relativamente aislada de los habitantes de la Sierra de Andújar implicaba que tenían que ser lo más autosuficientes posible, organizándose entre ellos y aprovechando del entorno todos los recursos. La organización de las casas y las fincas era un buen ejemplo de las necesidades de las familias, pues solían contar con bodega, lagar, establos, gallineros, huertas, pozos de agua, y todo lo necesario para la subsistencia.
Este aislamiento geográfico, supuso que los niños no pudieran acudir a las escuelas, situadas en los principales pueblos, por la distancia y porque ayudaban en los trabajos familiares. Por ello, algunas personas se encargaron de dar clases aprovechando las ermitas construidas en Las Viñas. En ocasiones, eran las madres las que sacaban tiempo para enseñar a leer a sus hijos.
Pero no todo era trabajo, también se reservaba tiempo para el descanso, para los bailes y las reuniones de los vecinos y amigos.
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El fin de la vida en la Sierra
La segunda mitad del siglo XX trajo consigo numerosos cambios en la vida de los habitantes de la Sierra, que supusieron el abandono de las prácticas tradicionales aprendidas de sus antecesores.
Los viejos oficios de la Sierra, carboneros, ganaderos trashumantes, viñeros, mineros, etc., pertenecen a un tiempo pasado, entre las razones para explicar el fin de los oficios tradicionales se encuentra el auge de las monterías comerciales o de ocio, en detrimento de aprovechamientos agropecuarios, que resultaban más beneficiosas económicamente para los propietarios.
Los beneficios derivados de la caza mayor animaron a los propietarios de fincas a la transformación de los aprovechamientos hacia la gestión de cotos para especies cinegéticas. Si bien las ganaderías lanares o caprinas fueron desapareciendo progresivamente, se ha mantenido hasta hoy la ganadería de lidia, pues las empresas de este sector reportan altos beneficios económicos.
Este cambio tuvo diversas consecuencias en el paisaje y la ecología de la Sierra. El abandono de los desmontes para producir carbón y preparar suelo para la agricultura permitió que se fuera recuperando poco a poco la vegetación natural.