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Último Refugio
del Lince Ibérico
Andújar,
territorio lince
Centro histórico declarado
de interés cultural
Historia y poblamiento
Parque Natural Sierra de Andújar
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Parque Natural
La Gente
Historia del Parque Natural
La Sierra de Andújar ha estado habitada desde la prehistoria. Su bondadosa orografía, los ricos yacimientos de mineral que preñan sus entrañas y la feracidad de los campos que riega el Guadalquivir atrajeron hasta sus confines a numerosos pueblos, culturas y civilizaciones.
A lo largo de la historia, los distintos pobladores de la Sierra se valieron de los recursos que ésta les ofrecía para vivir, comerciar y prosperar. Además, su situación geográfica la convirtió en cruce de caminos de rutas comerciales, lo que permitió la influencia de diferentes culturas que la atravesaban con fines económicos.
Durante los últimos periodos glaciales la caza constituía el principal recurso, destacando la caza del ciervo en periodos menos fríos y húmedos, mientras que en periodos áridos y fríos prevalecía la caza del caballo. En cuevas como Nava el Sach, el Rodriguero, el Barranco del Bu y Selladores se han encontrado pinturas que datan de finales del tercer milenio a. C., en la transición de la Edad del Cobre a la del Bronce. En estas pinturas se representan figuras esquemáticas de contenido humano y animal. Ya en esa época y hasta el siglo II a. C. existieron pastores trashumantes que utilizaron estas tierras.
La geología de Sierra Morena permitió hacia el 1600 a. C., en la Edad del Bronce, la explotación de sus minerales por las poblaciones del entorno y jugó durante años un papel importante en el aprovechamiento de recursos. Se pueden encontrar vestigios de estas culturas antiguas en yacimientos localizados en las terrazas del río Guadalquivir y en la cuenca del río Rumblar.
Junto al embalse del Rumblar quedan restos en el yacimiento de Peñalosa, que nos permiten conocer datos de la Cultura Argárica, característica del sudeste peninsular en esta época. Sus habitantes mantenían una economía basada en la agricultura y la minería y utilizaban bronce de buena calidad para fabricar todo tipo de utensilios. Los poblados los situaban en las cumbres y los rodeaban de murallas, lo que nos da una idea de que se trataba de una sociedad guerrera.
La Cultura Argárica se vio desplazada por los Tartesos, característicos del Sudoeste peninsular, cuya decadencia influyó en el avance de la Cultura Íbera. Los íberos centraron su explotación minera en la producción de plata a partir de galena argentífera, con asentamientos muy importantes como El Centenillo. La plata era entonces el principal incentivo para el comercio fenicio y griego, y más tarde, cartaginés y romano. Vestigios de explotaciones, fundiciones y fortificaciones íberas de la Sierra se pueden encontrar por ejemplo en el Cerro del Plomo, el Cerro de Galiarda y Los Escoriales.
El agotamiento de gran parte de los recursos mineros por su continua explotación, dio paso al incremento de la actividad ganadera. Ésta constituyó, a partir del siglo XIII, el principal recurso para sus pobladores y alteró el régimen de la propiedad de la tierra y del uso del suelo. La comarca de Andújar en el siglo XIII estaba en manos de las Órdenes Militares de Calatrava y fue en esta época cuando el uso mayoritario del suelo pasó a ser el de pastos para el ganado.
Asimismo, en el siglo XVI se produce el máximo apogeo de la actividad productiva derivada de las colmenas. Durante el siglo XVI, Felipe II puso en marcha un programa de venta de tierras baldías, que tuvo en Andújar un gran éxito y permitió a un grupo de familias provenientes de diversos lugares asentarse en extensos predios de la Sierra. Esta situación es la base de la estructura de la propiedad actual en la parte serrana del municipio.
En el siglo XIX la Ley de Desamortización de Madoz supuso que parte de los extensos terrenos serranos, propiedad del Estado, fueran traspasados a propietarios locales y foráneos. Este hecho modificó de manera sustancial la estructura de la propiedad ya mencionada, pasando entonces a estar dominada por grandes propiedades privadas de origen aristocrático y burgués.
En la actualidad, dentro del Parque Natural Sierra de Andújar no se encuentra ningún núcleo de población, pero sí viviendas aisladas, las denominadas “viñas”.
Pinturas rupestres © Antonio Ajengo
Pinturas rupestres © Antonio Ajengo
Poblado de Peñalosa www.jaenescondido.es
Poblado de Peñalosa www.jaenescondido.es
Huertos de invierno en El Centenillo ©Amigosdelcentenillo.blogspot
Ermita San José www.jaenescondido.es
Cortijo La Parrilla www.jaenescondido.es
Poblado minero de La Lancha
La Gente
Poblamiento y arquitectura
Entre los siglos XVI y XVII algunas zonas de la Sierra de Andújar como Peñallana y La Alcaparrosa, en el camino del Santuario, estuvieron dedicadas al cultivo de la vid. En aquella época, la producción de vino era una de las actividades agrarias más cómodas y rentables para los trabajadores del campo, que optaron por levantar junto a las plantaciones de vides sus propios lagares y bodegas. De estas antiguas y funcionales construcciones, que también servían como residencia al propietario, apenas quedan algunos vestigios en la actualidad, junto con los pozos de agua y los tradicionales hornos para cocer pan que solían instalarse en las proximidades de la vivienda.
Varias de las ermitas, edificadas a lo largo del tiempo para atender a la creciente población de las viñas, aún siguen en pie. La actual fisonomía de este singular enclave serrano es debida, sin embargo, a la transformación que experimentó a principios del siglo XX. Las ganancias vinateras caen en picado y las parcelas son ocupadas por hacendados y aristócratas que las convierten en edénicos lugares de ocio y descanso.
Surgen así bellas construcciones de carácter historicista en las que se observa el uso de frontones, molduras, columnas y arcos de medio punto en sus fachadas, con adornos de azulejería, ebanistería y hermosas rejas de forja de marcado estilo andaluz. Estos edificios suelen disponer de tres alturas, la última de ellas un mirador, y de un porche columnado que sostiene, a su vez, una amplia terraza.
En la actualidad, el uso como zona de recreo ha supuesto un aumento de las viviendas, que llega hasta las 400 casas censadas en el Catastro de la Propiedad, aunque en realidad habrá aproximadamente un millar de casas en esta zona, con diferente categoría en el modo de construcción.
Dentro del Parque Natural Sierra de Andújar, aparte de estas viviendas aisladas, denominadas viñas, no se encuentra ningún núcleo de población, salvo en la zona que rodea al Santuario de la Virgen de la Cabeza, en la que existen numerosas casas, algunas de cofradías, y otras de distintas urbanizaciones de reciente creación.
Pero en el siglo pasado, y en uno de los paisajes más bellos del Parque Natural Sierra de Andújar, se construyó una presa sobre el río Jándula, cuya construcción finalizó en el año 1931, y que hoy en día supone una importante reserva de agua con una capacidad de 322 hm3, es la presa de La Lancha. Junto a la presa, debido a las necesidades de alojamiento durante la construcción de la misma, se edificó el poblado de La Lancha, del que hoy sólo quedan ruinas, algunas casas y la iglesia.
En el poblado llegaron a vivir 3.000 personas, entre trabajadores de la presa y familiares de estos. Contaba con un pequeño hospital, puesto de la Guardia Civil y una gran cuadra para albergar a las muchas bestias de arrastre.
A partir de los años 60, con la construcción de la carretera de Andújar a Puertollano (Ciudad Real), aumentó el tránsito por la Sierra, porque aunque la Sierra era un cruce de caminos, utilizado como paso entre pueblos, las características orográficas y la carencia de medios de transporte hacían muy limitado el tránsito.